domingo, octubre 01, 2006

La declaración más desafortunada del Papa (Fethullah Gülen)


Fethullah Gülen es uno de los mayores eruditos turcos del Islam. Un hombre reconocido por su sabiduría y amor a los demás. Autor de interesantes libros. Un hombre siempre dispuesto al diálogo. Es conocida la cercanía que tuvo con el Papa Juan Pablo II; y es considerado uno de los mayores pacifistas vivos. Por ello su opinión de la desafortunada declaración del actual Papa, debe ser considerada.
Sergio Fritz
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Fethullah Gülen, destacado erudito musulmán de Turquía, ha hecho público el siguiente manifiesto escrito en relación con los recientes comentarios realizados por el Papa acerca del Islam, en su discurso que tuvo lugar la semana pasada en la Universidad de Ratisbona (Regensburg), Alemania.
Gülen definió el lenguaje expresado por el Papa como muy desafortunado e inapropiado, en una época en la que la tolerancia y el entendimiento deberían ser predicados por los hombres de religión.
A continuación les ofrecemos el texto integro de la declaración de Gülen:
Las impertinentes declaraciones del Papa Benedicto XVI no pueden hallarse en ninguno de los mensajes de los profetas, en una línea que se remonta desde el primer ser humano, Adán, hasta Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él) así como en las palabras de todos los santos del Islam que han surgido y pasado a mejor vida hasta la fecha. En cuanto a las diferencias, las disputas y las controversias entre las grandes confesiones abrahámicas, dichas confrontaciones nunca han tenido su origen en las diferencias entre las religiones, o lo que es lo mismo, los mensajes originales de Dios a los profetas, sino que sería más apropiado señalar que se derivan del menoscabo de los valores religiosos y los principios de la religión a lo largo de la historia por aquellos que emplearon la religión como un instrumento para favorecer sus ambiciones personales y conseguir sus propios intereses, junto con el odio y la rabia en sus corazones hacia los demás.
Aquellos que se aproximan al Islam desde la ideología política, en ocasiones bajo la influencia del prejuicio y a veces por la acción malintencionada de unos pocos, no han sido capaces de librarse de la imagen arraigada en sus mentes del Islam como una religión de violencia y odio. Reducir el Islam a un sistema de violencia y barbarie emana de las mismas raíces de dicha ignorancia y tendencia. Es aún más desafortunado comprobar como el líder de más de mil millones de fieles católicos realiza tales declaraciones infundadas sobre la religión de Dios que podrían desembocar en serias provocaciones y que han resultado ser un ultraje moral.
El mensaje del Islam es un mensaje melódico de paz, una sintonía de coherencia social, así como un soplo de tolerancia y diálogo. La descortesía, la mala educación, y la brusquedad, así como también el odio, y la enemistad no promueven sino sentimientos de náusea en aquellos que lo contemplan con ignorancia y prejuicios. En un corazón donde el Islam se haya asentado, tan sólo se da el amor y la preocupación, así como la tolerancia por la creación que proviene directamente del amor de Dios.
Por otra parte, nuestro mundo actual, agotado por siglos de batallas, muestra otra vez signos de verse envuelto en una etapa de nuevos conflictos, de convertirse en el escenario de disputas sinfín ante el apetito insaciable de la humanidad en aras de la riqueza material. En un momento histórico en el que lo más adecuado y responsable sería haber abogado en pos de la tolerancia y el entendimiento. El Vaticano ha sentido la necesidad de pedir perdón en un pasado reciente con motivo de este tipo de declaraciones, sus actos pasados, además de su papel desempeñado en las cruzadas. Pero desafortunadamente el discurso del Papa Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona, que pareció tomar prestado los pensamientos de la época del emperador bizantino Miguel II Paleólogo, de ninguna manera se corresponde con la posición que debería desempeñar un pontífice católico en el mundo actual.
Mi sincera esperanza es que este comportamiento reciente del Papa no de pie a una nueva ola de revueltas y altercados en el mundo, ya que no sólo ha menospreciado la santidad de la gran religión del Islam sino que también ha denigrado la excelsa figura de su amado profeta, ofendiendo de manera flagrante al mundo musulmán en su totalidad. La pronunciación de tales palabras por parte del líder del mundo católico sólo puede estimular a aquellos grupos radicales dotados con la mentalidad de un cruzado de siglos atrás para que provoquen una atmósfera de agitación en todo el mundo.
Sinceramente deseo que los musulmanes, esperando al menos una disculpa por parte del Papa —lo cual es, sin lugar a dudas, su derecho más lógico y natural— reaccionen ante este acontecimiento desafortunado de una manera civilizada, anteponiendo los principios del Islam inculcados por el Profeta de la paz y la misericordia, de modo que podamos evitar las repercusiones de la crisis de las caricaturas de un pasado no tan distante.
Este episodio de las declaraciones del Papa nos recuerda de nuevo que en estos tiempos que corren necesitamos más que nunca la tolerancia y el entendimiento. Y lo que es más importante, en este mundo globalizado hemos de dejar a un lado nuestras diferencias con respecto a la ideología, la cultura, la religión y la política y tratar de vivir dentro de los principios excepcionales —intrínsecos a la naturaleza humana— que el Mensajero de Dios y el Islam aportaron por el bien de la humanidad.

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